Hubo un crimen. Hace 22 años. El peor atentado a la Libertad de Expresión desde el retorno de la democracia en la Argentina. Y hubo una reacción. Inmediata.
Este artículo fue publicado originalmente en fopea.org el 11 de febrero de 2019.
Por Gabriel Michi
Hubo un crimen. Hace 22 años. El peor atentado a la Libertad de Expresión desde el retorno de la democracia en la Argentina. Y hubo una reacción. Inmediata. Desde las entrañas de la sociedad. Desde la conciencia de los medios. Desde el dolor de una familia. Desde el compromiso del periodismo. Una reacción que no se ha visto en ningún lugar del mundo. Al menos por el crimen de un periodista. José Luis Cabezas se convirtió en un símbolo, en un ícono de quienes luchan por la libertad y contra el silencio. Ese grito de «¡Basta!», ese reclamo de Justicia, esa demanda contra el olvido, se tradujo en decenas de espacios a lo largo y ancho del país. Más allá de las manifestaciones que se reproducen cada 25 de enero bajo la consigna «No nos olvidamos de Cabezas» y «¡Cabezas, presente!», hay otras expresiones de recuerdo del reportero gráfico asesinado por una mafia empresarial-policial-delincuencial que se levantan como estructuras permanentes en toda la geografía nacional.
Como compañero y amigo de José Luis siempre me impactó ese fenómeno: que personas que jamás lo conocieron rindan semejante culto a quien fue mi coequiper en las temporadas de verano para la Revista Noticias hasta el devastador momento de su crimen. Claro que supe que eso era por José Luis pero, sobre todo, por lo que significaba ese brutal atentado contra la sociedad argentina. Contra la Libertad de Expresión. En definitiva, contra la democracia.
Recorrí gran parte de esos espacios. Y todos me conmovieron. Cada uno. Imagine a esos ciudadanos anónimos que se acercan para homenajearlo. De aquellos que un día tuvieron la iniciativa y la concretaron. Y también imagine las preguntas de las nuevas generaciones que no saben quién fue José Luis Cabezas y por qué tiene ese recordatorio en su pueblo, en su ciudad. Lo hablé mucho con la familia de José Luis. Y ellos también vivencian ese sentimiento por el que, a pesar del dolor, están también entre sorprendidos, conmovidos y agradecidos por todo lo que se hizo para homenajear a su ser querido.
Por eso y sobre todo porque yo también quería agradecer y reconocer semejante compromiso (muchas veces vehiculizados por periodistas y reporteros gráficos de cada lugar) empecé con una complicada tarea de recolección de información de todos los lugares que recordaban a José Luis Cabezas en la Argentina. Lo hice hace dos años y medio, durante varios meses, mientras escribía el libro Cabezas: Un periodista. Un crimen. Un país. Y, a medida que llegaba a un nuevo destino de esa memoria, sentía un cosquilleo interno muy difícil de describir. Me asombraba. Y me emocionaba. Me conmovía.
Después de la publicación del libro en noviembre de 2016, pude conocer más sitios y otros se levantaron para aquel aniversario número 20 (el 25 de enero de 2017) y después también. La colaboración de colegas de todo el país fue clave para poder avanzar en un proyecto como el que hoy toma cuerpo.
Fue allí donde decidí concretar este mapa, con geolocalizaciones e imágenes, que muestra más de 70 espacios en 21 de las 24 provincias argentinas que rinden honor permanente a José Luis Cabezas. Calles, barrios, plazas, monolitos, aulas, auditorios, laboratorios y muestras fotográficas, redacciones, estudios de radio y muchas otras expresiones que recuerdan a nuestro compañero. Y muchos árboles que se plantaron para mostrar como la vida se impone sobre la muerte injusta.
El trabajo llevo aquellos seis meses originales durante la confección del libro, los sucesivos datos que llegaron por goteo durante dos años y finalmente dos meses más en la recolección de las imágenes y mapas antes de su publicación en febrero de 2019. Fue difícil porque no había información centralizada y existían muchos errores (hasta ortográficos) en las nomenclaturas oficiales. Rastrillé en medios nacionales, provinciales y municipales, pero también en documentos de catastro, copias taquigráficas de sesiones legislativas, documentos universitarios y otros de instituciones de la sociedad civil (sobre todo sindicatos). Y tuve que chequear y pedir imágenes a colegas en aquellos lugares donde tenía dudas o interrogantes. Para eso, el conocimiento y la relación que establecemos entre periodistas de todo el país a través de FOPEA es clave, además del sentimiento de camaradería y de colaboración que prima en nuestra organización. Ellos fueron fundamentales para que el mapa esté tan completo. Lo mismo que la solidaridad y el material que me brindaron reporteros gráficos de todo el país. Y hasta la propia familia de José Luis.
Desde la publicación hace tres días hasta hoy pude agregar tres sitios más que no figuraban ni estaban en mi radar. Pasaron de ser 72 a 75. Gracias a la colaboración de una colega reportera gráfica que me evidenció esas ausencias.
Antes de hacerlo público obviamente se lo mostré a la familia de Cabezas que quedó sorprendida y emocionada. Y luego lo publiqué y el impacto entre colegas y medios fue grande. Muchos agradecieron y tuvieron palabras muy elogiosas al trabajo y a esta lucha permanente por la verdad, la memoria y la justicia. Algunos medios difundieron el mapa interactivo en sus webs y las visitas se multiplicaron por miles. Y empezó a generarse un interesante movimiento de colegas amigos para completar el mapa de estos homenajes en toda la Argentina, en particular en las tres provincias que aún no tienen ningún espacio por Cabezas: Catamarca, Jujuy y Misiones.
Mi idea con este trabajo (además del agradecimiento a los ciudadanos de todo el país, a los colegas y, en particular a la familia Cabezas por su valiente ejemplo de lucha) es también rendir mi propio y sentido homenaje a José Luis. A ese compañero y amigo que con su fotografía desnudó un poder oculto de la Argentina más oscura. Y que eso le costó la vida. Paro además busco que quede un memorial virtual a José Luis, que permanezca en el tiempo y se actualice ante la aparición de nuevas iniciativas. Un homenaje a los homenajes. Un testimonio permanente para que las futuras generaciones conozcan que en la Argentina hubo un crimen que fue el peor atentado a la Libertad de Expresión, pero también que hubo un país que se puso de pie y que se le plantó frente a la impunidad. Y que grito desde sus entrañas, desde el no al olvido, «¡Cabezas, presente!»… Ahora y siempre.
Agradecimientos: Familia Cabezas, ARGRA, Lola Ripoll (La Plata), Adrián Moreno (El Bolsón), Paula Moreno (Esquel), Valentín Bisogni (Concepción del Uruguay), Fabio Ladetto (Tucumán), Julio Aiub Morales y Marcelo Luna (La Rioja), Carlos Lunghi (Perfil), Alfredo Zacarías (Corrientes) y muchos más.
* Gabriel Michi es periodista y fue amigo y compañero de José Luis Cabezas en la Revista «Noticias».