En entrevista con Global Voices, el movimiento que hackeó los sistemas digitales de instituciones en México, Colombia, Chile, Guatemala y Ecuador, entre otros, explica sus motivaciones y el impacto que esperan tras la filtración masiva de la información.
Este artículo fue publicado originalmente en es.globalvoices.org el 30 de noviembre de 2022. Escrito por Nicolas Marin
Una entrevista con el grupo hacker Guacamaya
En entrevista con Global Voices, el movimiento que hackeó los sistemas digitales de instituciones en México, Colombia, Chile, Guatemala y Ecuador, entre otros, explica sus motivaciones y el impacto que esperan tras la filtración masiva de la información.
El grupo de hacktivistas Guacamaya asegura no querer defender la naturaleza, sino ser la naturaleza. Según ellas, su rebeldía proviene de años de represión contra los seres vivos que habitan Abya Yala, o el continente americano. Lo anterior produjo su entrada al mundo digital, donde luchan promoviendo modelos colaborativos y denunciando la explotación del territorio.
Esta preocupación debería ser compartida por cualquier gobierno de Latinoamérica, dada la crítica situación medioambiental a nivel global. Según un informe de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), publicado en julio de este año, la situación de sistemas vitales como los glaciares, la selva amazónica y los arrecifes de coral es crítica y prácticamente irreversible en la región. Según el documento, la deforestación alcanzó su punto más alto desde 2009 y la tendencia de calentamiento está en aumento. Por otro lado, las amenazas que existen para quienes buscan defender los recursos naturales son cada vez más intensas. Según Global Witness, en el 2020 fueron asesinados 227 defensores de la tierra y ambientalistas en todo el mundo, la gran mayoría en Latinoamérica.
Desde el pasado septiembre Guacamaya ha estado en voz de todo el continente tras un hackeo masivo en el que extrajeron casi 10 terabytes de información con millones de correos en los que aseguran revelar proyectos de gobiernos Latinoamericanos que están perjudicando al medio ambiente. México, Chile, Colombia, Guatemala, Venezuela, Brasil y Ecuador son algunos de los focos del grupo, el cual no sólo filtró la información, sino que publicó un video en el que explican cómo lo hicieron.
Uno de los puntos en los que hicieron énfasis fue en cómo eligieron a los organismos de los cuales extraerían la información. Según afirmaron a este portal:
Por un lado, elegimos a las peores empresas y entidades estatales, las que más están cometiendo abusos y donde hubiera más resistencia de los pueblos. Por otro, como en el caso de lo que acabamos de filtrar, escaneamos todo internet por si entre el montón de cosas fácilmente vulnerables, había algo interesante e importante para filtrar.
Los archivos de las fuerzas militares de los países escogidos fueron uno de los objetivos principales de Guacamaya. Aseguraron en uno de los comunicados publicados después de la filtración:
Los ejércitos de Abya Yala han garantizado y facilitado la entrada de empresas extractivistas provenientes del Norte Global. Son los guardaespaldas. El ejército armado es el que ejerce el trabajo sucio de los Estados, de las empresas, de la delincuencia organizada como el narcotráfico.
Entre algunos de los datos publicados, se incluyen análisis del ejército chileno sobre el estallido social del 2019 y sobre activistas. Por su parte, en México, evidenciaron la vigilancia que el Ejército realizaba a líderes indígenas como María de Jesus Patricio Martínez, a colectivos feministas, catalogándolos en ocasiones como grupos subversivos, y a artistas como Mon Laferte. Uno de los puntos más sensibles sería la utilización del software Pegasus, el cual sirvió para seguir al menos a tres periodistas mexicanos, aún cuando el gobierno había afirmado no haber comprado dicho programa. En el caso de Colombia Guacamaya aseguró tener cinco teras de información, pero se limitó a señalar que encontró correos electrónicos de la Fiscalía y las Fuerzas Militares que se han ido publicando durante las últimas semanas en diferentes medios de comunicación de ese país.
El tema no es de poca monta, sino que se inscribe en una dinámica reiterada en los últimos años. La privacidad y la seguridad en el mundo digital se han convertido en un punto de tensión creciente entre la sociedad civil y los gobiernos basados en la premisa de la seguridad. Al menos en Latinoamérica, la problemática es de vieja data y obedece a una serie de escándalos de vigilancia o de violencia simbólica y física, como la denunciada por numerosos defensores ambientales de la región, que se han repetido a lo largo de la historia y que ahora se reproducen bajo nuevos medios. Si bien es cierto que los gobiernos ahora son capaces de adquirir softwares y programas para defender los intereses de cada nación, los movimientos civiles también pueden acceder a nuevas herramientas capaces de denunciar y destapar injusticias o violaciones a los derechos humanos.
El impacto de la filtración masiva todavía es difícil de determinar. Uno de los objetivos del colectivo, sin embargo, es empezar a cambiar la visión que muchas personas tienen sobre las dinámicas de la región y lograr que se comiencen a dar más de estas acciones:
Al desmantelar y sacar a la luz pública la información, a los ojos de todas, el manejo y la corruptela de los estamentos creados para supuestamente garantizar estados justos y democráticos, a muchas personas se les cae la imagen inocente de esto, así como para otras tantas es motivo de inspiración para despertar, rebelarse y empezar a utilizar esta herramienta del hackeo y conducir la digna rabia que provoca toda esta falacia y putrefacto sistema.
Lo más curioso es que la infiltración a los sistemas se hizo con conocimientos técnicos relativamente simples y con entrenamientos que cualquiera podría tener. Además, la brecha de seguridad no era cosa nueva. Se tienen antecedentes de otras organizaciones que han hackeado los sistemas de gobiernos nacionales en Latinoamérica, uno de los más recientes se conoció en agosto del 2020, cuando el grupo Anonymous filtró 400 archivos que revelaron irregularidades en las cifras de infectados por COVID-19 publicadas por el gobierno de Daniel Ortega.
Lo que viene para Guacamaya todavía se desconoce, lo cierto es que todas sus acciones son consecuencia de la lucha que se ha venido llevando a cabo durante décadas contra el modelo que critican y que ellas mismas catalogan como un constante estado de rebeldía:
Esta forma de lucha y de resistencia es una herramienta más de lo que se ha venido haciendo durante más de cinco siglos, es una herramienta más de este tiempo, pero ¿acaso no ha sido estigmatizada la defensa del territorio por líderes y lideresas de pueblos originarios? Encarcelamientos, fusilamientos, desapariciones, siempre el que defiende la vida, la que no entra en sus cánones de «normalidad » y sumisión son estigmatizadas. No entendemos la vida sin vivir por ella, la tarea es ejercer la tarea, la mentalidad de las personas corresponde a ellas.
Para ellas, la alternativa que proponen para frenar el daño ambiental y los delitos que denuncian es «parar la maquinaria de destrucción».
[La solución] la dijeron nuestras ancestras hace siglos, la dicen los propios hombres de ciencia del sistema, es parar ya mismo toda esta maquinaria de destrucción. Un claro ejemplo fue esta ‘pandemia’ algunos días que hubo ese ‘parón’, la vida empezó a florecer por entre el cemento.
Sobre los pasos a seguir, nos afirman que:
Los están ofreciendo las comunidades originarias hace mucho tiempo, si existe una metodología, esta sería que los pueblos tomáramos decisiones, escucharnos, atender los llamados, sanarnos, curarnos los cuerpos heridos por los venenos de alimentos modificados, el alma y el espíritu por enfermedades de la mente y el espíritu, soledades, tristezas, angustias, competitividad, carreras estrepitosas a ninguna parte. Todas las criaturas estamos afectadas.
Este mensaje es defendido por numerosos activistas, organizaciones, defensores de derechos humanos y pueblos indígenas de todo el mundo. De hecho, algunos proponen modelos tecnológicos colaborativos, descentralizados, locales y creados en el sur global para suplir las necesidades de las comunidades y no los objetivos de las grandes compañías tecnológicas.
Guacamaya aseguró que se debe pensar qué tipo de sistema necesitamos, si uno que siga en la carrera de producir basura o uno en el que se pueda vivir en armonía con los recursos básicos que se necesitan para vivir con dignidad. Nos dicen que:
La producción en masa la necesita el Norte Global. Por otro lado, si el Sur deja descansar la tierra tiene toda clase de cosas: maderas para viviendas, alimentos para todas, medicinas en las plantas. El sur no necesita del norte, el norte no podría vivir sin la explotación del sur. La solución es descolonizar la mente, dejar de creer que somos seres inferiores por vivir en un ‘sur global’ inventado por occidente.