Los peligros de la cada vez mayor concentracion de la propiedad de medios de comunicacion son el tema de la edicion de febrero de 2001 de «Le 30», una publicacion de la Fédération professionnelle des journalistes du Québec (Federacion Profesional de Periodistas de Quebec, FPJQ). Los medios en Quebec, así como en el resto de […]
Los peligros de la cada vez mayor concentracion de la propiedad de medios de comunicacion son el tema de la edicion de febrero de 2001 de «Le 30», una publicacion de la Fédération professionnelle des journalistes du Québec (Federacion Profesional de Periodistas de Quebec, FPJQ). Los medios en Quebec, así como en el resto de Canadá, han experimentado recientemente una ola de fusiones que vinculan a periodicos, servicios de cable, redes de TV y sitios de Internet. «Le 30» pregunta si los deseos de los barones de la prensa de «sinergía» y «convergencia» son compatibles con los objetivos periodísticos de diversidad y calidad de informacion. La cuestion es si hay un conflicto entre la libre empresa y si las noticias se volvieron una mercancía más.
En su artículo, el periodista Stéphane Desjardins señala que la reciente ola de fusiones dejo a dos imperios de los medios con el control casi total del mercado de periodicos de Quebec. No todos están preocupados por la tendencia. Desjardins cita al profesor de periodismo Antoine Char, quien dice que la principal amenaza a la calidad de los medios no es la concentracion de la propiedad, sino la tendencia de los periodistas y sus patrones a seguir a otros y no analizar los temas en profundidad. Sin embargo, otros señalan los peligros de un «déficit de democracia» cuando solo existen cuantas fuentes de informacion y voces editoriales, lo que da a los barones de los medios una influencia excesiva sobre la opinion pública y la direccion de la sociedad. Una inquietud adicional es que el sistema de promociones dentro de los medios favorecerá a los periodistas cumplidos por encima de los «alborotadores» que se atreven a poner en tela de juicio el orden de las cosas.
André Noël, en su artículo, «Celui qui paye le musicien choisit la musique» («El que paga al músico elige la música»), está de acuerdo con los que argumentan que los propietarios de medios rara vez interfieren directamente con el contenido editorial. Sin embargo, Noël dice que la influencia se ejerce en forma más sutil, por ejemplo cuando el propietario elige la gerencia. Es improbable que incluso gerentes competentes con sentido de integridad cometan suicidio profesional, por ejemplo, al apoyar informes que critican acerca de un propietario de periodico que esté implicado en la vida política. Noël también sugiera que existe el peligro de que las empresas de medios dominantes se usen en favor de intereses personales. Por ejemplo el National Post de Canadá, que inicio una cruzada de recorte de impuestos que coincide con las metas del propietario, Conrad Black. La mejor ilustracion de la falta de diversidad en los medios, dice Noël, es el debate acerca de la propia concentracion de medios, que casi no ha existido dentro de los dos mayores grupos de prensa. Para asegurar la diversidad de noticias, el autor dice que la solucion es tener muchas empresas de medios que pertenezcan a muchos propietarios diferentes. Noël agrega que Canadá ha sido un país poco estricto para limitar la concentracion de medios en comparacion con otras naciones como Estados Unidos y Francia.
En su artículo de opinion, la FPJQ pide la adopcion inmediata de una ley de pluralismo en la prensa. El Estado no debería intervenir en el contenido de los medios, dice la FPJQ, pero debería prohibir a un grupo de prensa poseer un periodico diario y una estacion de television en el mismo mercado. La Federacion también pide un fondo para apoyar la prensa independiente, junto con medidas para que el poderoso fondo de pensiones de Quebec, la Caisse de dépôt et placement, controle el financiamiento de la fusiones de medios. «El problema de la concentracion de medios afecta directamente la calidad de la vida democrática en nuestra sociedad», dice la FPJQ. «Frente a esta amenaza no podemos quedarnos a un lado, con los brazos cruzados, como espectadores impotentes».