Getty Images, el banco de imágenes digitalizadas más grande del mundo, ha anunciado la apertura de su catálogo para usos no comerciales. Y aunque indudablemente se trata de un cambio interesante en su modelo de negocios ¿ayuda al fortalecimiento de la cultura libre?
Getty Images, el banco de imágenes digitalizadas más grande del mundo, ha anunciado la apertura de su catálogo para usos no comerciales. Y aunque indudablemente se trata de un cambio interesante en su modelo de negocios ¿ayuda al fortalecimiento de la cultura libre?
Getty Images es el catálogo de fotografía más grande e importante del mundo y durante muchos años ha sido uno de los más destacados defensores del extremismo en materia de derechos de autor: testificaron en el Congreso de Estados Unidos en favor de extender los plazos de protección y es una compañía bien conocida por sus agresivas prácticas judiciales. No son precisamente campeones del acceso, pero hace algunos días han anunciado la posibilidad de utilizar gratuitamente parte de su catálogo para usos no comerciales, a través de un código HTML incrustable en blogs y páginas web en general.
Pese a que probablemente usted nunca haya entrado al sitio web de Getty, ni mucho menos pagado por el uso de alguna de las fotografías de su catálogo, es altamente posible que las haya visto. Dado que el lenguaje HTML utilizado en Internet hace relativamente sencillo copiar y pegar contenido de un lugar a otro, una cantidad importante de fotografías de Getty se encuentran de facto disponibles en la web, a través de cualquier búsqueda de imágenes.
¿Cómo enfrentar esta realidad? A menos que se le pida consejo a un estudio de abogados ávido por prestar sus servicios, la estrategia de demandar a los usuarios infractores nunca ha resultado demasiado persuasiva. Competir con lo gratuito requiere esfuerzos creativos adicionales, que es donde precisamente se ubica esta nueva estrategia de Getty.
Y éste es quizás el aspecto más interesante de la noticia: La apuesta comercial pareciera reconocer no solo la inviabilidad de la estrategia judicial, sino además la existencia de un espacio de prácticas comunes que parecen no ser un obstáculo para el negocio de un repositorio comercial de imágenes en línea, que es que grandes medios y empresas compren los derechos sobre sus fotografías, y no una persona que quiera ilustrar una publicación en un blog o las redes sociales. Porque sencillamente no es lo mismo una compañía de cosméticos que quiere usar una imagen para vender crema facial que un usuario de Facebook.
Getty está legalizando privadamente los usos no comerciales de los usuarios. Además de impedir los usos comerciales directos, las condiciones no permiten redimensionar las imágenes ni reproducirlas, siendo el código incrustable -aun fácil de manipular- la única forma de poder hacer uso de las fotografías.
Si bien esta condición podría hacer asimilable la autorización a una licencia Creative Commons, la verdad es que dista de serlo, en parte porque Getty no contribuye a la creación de una cultura más libre ni a la masificación de su catálogo a través de la reproducción y re-utilización.
La apertura de parte de su catálogo es una interesante apuesta comercial y una gran noticia para quienes hacen usos de imágenes sin ánimo de lucro o las necesitan para ilustrar sus trabajos, pero no ayuda al fortalecimiento de un patrimonio cultural colectivo propio del siglo veintiuno.
Esfuerzos como el de Getty son interesantes y permiten explorar modelos de negocios innovadores, pero no resuelven los problemas derivados de un modelo de derechos de autor maximalista y extremo. Las bibliotecas siguen necesitando un cuerpo de excepciones y limitaciones y, en general, se necesita tener una gran excepción que permita hacer usos y reutilizaciones no comerciales de obras protegidas. No existen buenas razones para continuar considerando ilícitos los usos que diaria y masivamente hacen usuarios de redes sociales y correo electrónico.
Quizás la apuesta de Getty puede ser un primer paso para que aquellos que insisten en la estrategia del maximalismo extremo del derecho de autor puedan ver el problema de la piratería también con creatividad.