Los hermanos del periodista presentaron una demanda contra el Estado colombiano ante la CIDH por la participación de funcionarios públicos en el homicidio.
ACTUALIZACIÓN: Queda en la impunidad el caso de Jaime Garzón, trece años depués del asesinato (FLIP, 13 de agosto de 2012)
(FLIP/IFEX) – 13 de agosto de 2011 – El 14 de agosto de 1999, más de 200.000 personas se reunieron sin planearlo al frente del Capitolio Nacional, en la plaza de Bolívar de Bogotá; acababan de matar al periodista y humorista Jaime Hernando Garzón Forero. Caía de nuevo un periodista, un duro crítico del Estado y una de las personas más queridas por los colombianos. Su muerte significó un duro mensaje al periodismo nacional: Nadie estaba a salvo y era el tiempo de la autocensura.
Hoy, doce años después de esos hechos, no han respondido ante la justicia todos los que deben responder. La impunidad obligó a los hermanos de Garzón, Jorge Alberto, Manuel Alfredo y María Soledad, y a su compañera permanente, Gloria Cecilia Hernández, a presentar, el pasado 19 de julio, una demanda contra el Estado colombiano ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), por la participación de funcionarios públicos en el homicidio y por la incapacidad de la justicia nacional para perseguir y sancionar a todos los responsables en un periodo de tiempo razonable. La demanda fue presentada con el respaldo de la Corporación Colectivo de Abogados José Alvear Restrepo (CCAJAR) y la Comisión Colombiana de Juristas (CCJ).
«Durante los doce años que han transcurrido desde el crimen, – dice Manuel Alfredo Garzón – el Estado colombiano ha mantenido el caso en clima de impunidad. El primer proceso penal resultó una farsa encaminada a encubrir los hechos y el único sentenciado, Carlos Castaño Gil, jamás fue detenido y, al parecer, murió sin cumplir un solo día de su condena».
Aún así, el pasado 17 de junio de 2011 se llamó a juicio a José Miguel Narváez, ex sub director del Departamento Administrativo de Seguridad (DAS), el mismo que hoy está detenido por las «chuzadas» del DAS, por ser presunto determinador del homicidio de Jaime Garzón. «En el asesinato de mi hermano Jaime participaron funcionarios estatales. Fue ejecutado por miembros de la banda de sicarios La Terraza, en cumplimiento de la orden partida por el líder paramilitar, Carlos Castaño Gil, quien actuó a solicitud y por encargo de varios militares y por intermediación de José Miguel Narváez Martínez. Nos estamos acercando, nos estamos acercando a que haya justicia», concluye con algo de esperanza su hermano Alfredo.
Antes de su muerte se inició una campaña de desprestigio tendiente a relacionar a Garzón con la guerrilla. Lo cierto, es que el país no solo perdió un humorista y un crítico agudo de la sociedad. El asesinato de Garzón fue un mensaje contundente al periodismo independiente que se atrevía a cuestionar y a evidenciar los abusos de los diferentes actores con poder. Por supuesto, el temor y la autocensura se tomaron las salas de redacción después de su asesinato. «El miedo mantiene al país en la ignorancia y lo lleva a un oscurantismo fatal ( . . . ) el asesinato de Jaime Garzón fue una puñalada a la inteligencia nacional», señaló Ignacio Gómez, presidente de la FLIP.
Aún así, el legado de Garzón existe hoy como un recuerdo doloroso que deja lecciones de todo tipo sobre la búsqueda de la verdad y la importancia de defender la libertad de expresión. El padre Francisco de Roux, reconocido líder social y amigo de la familia Garzón, lo comentó: «Jaime nos enseñó a destruir el argumento de autoridad sobre la verdad. Ese argumento que señala y defiende el hecho de que las cosas son verdad de acuerdo a la autoridad o el poder de quien las dijo.» Hoy, doce años después del asesinato de Garzón, y a pesar de la impunidad que se cierne sobre el caso, tal vez esa sea la lección más importante que dejó su muerte y que cualquier persona que se asome a su trabajo podrá descubrir; la verdad no se subordina.
La Fundación para Libertad de Prensa (FLIP) le envía un saludo de solidaridad a los familiares y amigos de Jaime Garzón, y espera que la justicia nacional e internacional logren esclarecer los hechos y se sancione ejemplarmente a todos los responsables. El legado que le dejó Jaime Garzón a la libertad de expresión y a la sociedad colombiana siempre se debe recordar.