"Se dice que la salud de una democracia se puede medir por el trato que reciben los defensores de derechos humanos y los periodistas. Hoy, para nosotros queda claro que en México la democracia está enferma."
Este artículo fue publicado originalmente en animalpolitico.com el 5 de febrero de 2022.
Por Fredy López Moreno
@article19mex
El 28 de octubre de 2021 asesinaron de un disparo por la espalda a nuestro padre, el periodista Fredy López Arévalo. Ese día era el cumpleaños de su madre, la festejaron junto con sus hermanos en Tuxtla Gutiérrez y eso fue lo último que publicó, “feliz cumpleaños, mamá”.
Su trabajo y trayectoria eran muy reconocidos. Era incisivo con los gobiernos de Chiapas y hacía denuncias de corrupción constantes: desvíos de recursos, nepotismos, mafias, fraude electoral, vínculos con el crimen organizado, outsourcing, lavado de dinero, etc. Su pluma ponía en contexto a la ciudadanía, haciendo conexiones y mostrando los esquemas de mafias y corrupción que emanan incluso desde el poder mismo. Publicaba nombres y apellidos, desde gobernadores y aquellos en sus gabinetes, hasta alcaldes y diputados.
Durante varios sexenios sufrió de acoso por su labor. En su trayectoria intentaron de todo para comprarlo o silenciarlo: ofrecimientos de cargos políticos, limitaciones a sus pagos de publicidad, nada funcionaba para que dejara de escribir. Incluso llegó a recibir amenazas, y se contactó con el Mecanismo de Protección a Periodistas por ahí del 2014. La única manera de mantenerlo en silencio fue matarle.
La noche del asesinato varios vecinos de inmediato denunciaron la presunta identidad del atacante, pues en días anteriores se habían percatado de su extraña presencia en la calle privada donde vivían. Según sus testimonios el atacante esperó el momento por semanas. Su supuesta identidad se hizo viral en redes sociales en cuestión de minutos, pero las autoridades no actuaron: no montaron operativo alguno, ni revisaron las cámaras del C5 para dar con su ubicación, ni hubo patrullajes de pesquisa, ni siquiera pusieron retenes en las salidas de la ciudad.
Días después nos enteramos que el presunto asesino, conocido como “El Moco”, estuvo escondido por más de 20 días en un hotel cercano, y tenía reuniones con quien se hace llamar “El Norteño”, hasta que decidió huir de la ciudad en su motocicleta. Se emitieron órdenes de aprehensión que nunca se ejecutaron, y por eso y muchas otras razones tanto el gremio de periodistas de Chiapas como familiares solicitamos la atracción del caso a la Fiscalía General de la República (FGR).
Lo que pasó después cimenta nuestra teoría que dichos actores estaban vinculados a alguien en altas esferas de poder. El 30 de diciembre, a pocos días de que la FGR tuviera el caso, la Fiscalía Estatal publica en su página el hallazgo de dos cuerpos en la cajuela de un auto en el municipio de Frontera Comalapa. Surge el rumor que se trata de los asesinos del periodista Fredy López Arévalo. El 5 de enero supuestamente nos confirman. Así de simple se busca dar el carpetazo a las investigaciones.
El problema es que hasta el momento desconocemos si efectivamente los cuerpos corresponden dado que la comunicación con ambas Fiscalías es nula. Desconocemos si es un montaje, pues hay dudas sobre las evidencias, o si efectivamente son ellos. Todo esto genera preguntas: si ambos tenían orden de aprehensión y tenían ya expedientes, ¿por qué no los identificaron de inmediato? Si fueron los familiares de ambos quienes reconocieron los cuerpos, ¿por qué en la investigación no constan interrogatorios a los familiares y cercanos? ¿Cómo, y por qué la fiscalía estatal pudo contactar a sus familiares para que reconocieran el cuerpo de “El Norteño” y no para los interrogatorios? A esto, agregamos que la Fiscalía Estatal supuestamente tampoco entregó el teléfono celular del periodista a la FGR, indicando que no lo tenían, cuando los familiares fuimos a entregarlo.
No nos queda duda de que existen complicidades, encubrimientos, y que hay actos corruptos que vinculan con poderes políticos.
El mismo poder ejecutivo prometió no más impunidad, pero tal parece que el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, no es consciente de que, por lo menos en Chiapas, el gobierno de Morena es sólo una fachada integrada por los mismos que se han perpetuado en el poder por generaciones. Los mismos que han militado en el partido de conveniencia y que seguirán mutando al color que sea mientras les convenga, y que a pesar de que han sido señalados de corrupción por periodistas como Fredy, seguirán manteniéndose en el poder.
Tal parece que el gobierno de Chiapas no está dispuesto a comulgar con los valores que presume la 4T. Además del intento de oscurecer la investigación de nuestro caso, en días recientes trascendió la pretensión de cerrar la Maestría en Defensa de los Derechos Humanos que ofrece la Universidad Autónoma de Chiapas, única en Latinoamérica con este perfil. En esta maestría los estudiantes se profesionalizan para apoyar a víctimas o familiares de víctimas, un tema muy necesario en el estado. Actualmente hay más de 70 casos graves que incomodan y exhiben tanto la incompetencia, la inacción y en algunos casos la complicidad de las autoridades. Ante esto, han cortado presupuesto, han despedido personal y buscan destituir al director de la Maestría, que también es periodista y director de medios de comunicación.
En Chiapas vemos una reacción contrario a la reacción por otros gobiernos estatales, como en Baja California, donde aunque sea para lavarse las manos, se asignó un Fiscal Especial para atender los recientes casos de periodistas asesinados. En Baja California el gobierno se pronunció y condenó el hecho, reaccionaron. ¿Qué hizo el gobernador de Chiapas, Rutilio Escandón, ante la misma situación? Abonar al silencio. A lo mucho publicó un twit. Por parte de las Fiscalías nadie sabe qué avances hay en el caso de los presuntos asesinos, ahora asesinados. Ahora resulta que al ser víctimas, ya sus expedientes están cerrados más que para quienes acceden a la investigación.
Se dice que la salud de una democracia se puede medir por el trato que reciben los defensores de derechos humanos y los periodistas. Hoy, para nosotros queda claro que en México la democracia está enferma. La impunidad genera que se cometan más crímenes violentos, porque se puede. Los periodistas o se autocensuran, un efecto colateral que le da vida a la corrupción, o los matan. Ejercer la libertad de expresión es como meterse a la Selva Lacandona y jalarle la cola al jaguar.
* Fredy López Moreno es hijo del periodista Fredy López Arévalo.