En un ejercicio de monitoreo, a propósito de la creciente propagación de la desinformación, se evidencia que, en Ecuador, el fenómeno resulta de actores políticos oficiales y de oposición. Ambos 'bandos' contribuyen en parte o de manera directa en el diseño y difusión de contenidos falseados, alterados y descontextualizados, con la finalidad de confundir a la población.
Este artículo fue publicado originalmente en fundamedios.org el 21 de julio de 2017.
La desinformación y la propaganda afectan intensamente a la democracia: erosionan la credibilidad de los medios de comunicación tradicionales, interfieren con el derecho de las personas de buscar y recibir todo tipo de información, y pueden aumentar la hostilidad y odio en contra de ciertos grupos vulnerables de la sociedad. Esa es la conclusión de la Declaración Conjunta de 2017, desarrollada el pasado 3 de marzo, por expertos para la libertad de expresión de la ONU, OSCE, CIDH y la Comisión Africana de Derechos Humanos.
En ese contexto, las iniciativas de la sociedad civil y los medios de comunicación para identificar noticias deliberadamente falsas, desinformación y propaganda resultan determinantes en la concienciación sobre estas cuestiones. Al mismo tiempo, según la Declaración Conjunta, resulta preocupante que los gobiernos utilicen el fenómeno de las noticias falsas como una excusa para censurar a la prensa independiente y suprimir el disenso.
En un ejercicio de monitoreo, a propósito de la creciente propagación de la desinformación, se evidencia que, en Ecuador, el fenómeno resulta de actores políticos oficiales y de oposición. Ambos ‘bandos’ contribuyen en parte o de manera directa en el diseño y difusión de contenidos falseados, alterados y descontextualizados, con la finalidad de confundir a la población.
Tras rastrear 14 plataformas ecuatorianas de difusión de ‘fake news’ –entre sitios web y perfiles de redes sociales- se determina que algunas modalidades de desinformación y propaganda podrían dañar la reputación y afectar la privacidad de las personas, o instigar la violencia, la discriminación o la hostilidad hacia grupos identificables de la sociedad.
El contexto en que surgen y se reproducen este tipo de ‘iniciativas’ también responde al discurso oficial que desde el Gobierno se emitió durante los últimos 10 años; ante el mensaje constante de denigración, intimidación y amenaza a los medios de comunicación, que posiciona a los medios como «la oposición» o «mentirosos» que manejan una agenda política encubierta. Este aparataje, según la Declaración Conjunta, agrava el riesgo de amenazas y violencia contra periodistas, mella la confianza y la creencia del público en el rol de vigilancia pública del periodismo y podría confundirlo difuminando los límites entre la desinformación y los productos de los medios de comunicación que contienen datos susceptibles de verificación independiente.
Cabe precisar que el rol transformador de Internet y otras tecnologías digitales, al facilitar que las personas accedan a información e ideas y difundirlas, posibilita las respuestas a la desinformación y la propaganda aunque, a la vez, agilita su circulación. Y, en ese sentido, los medios de comunicación deberían evaluar la posibilidad de ofrecer una cobertura crítica de la desinformación y la propaganda como parte de sus servicios de noticias, lo cual sería congruente con su rol de vigilancia en la sociedad, sobre todo en períodos electorales y en debates sobre temas de interés público.
La Declaración Conjunta recomienda que todos los actores interesados -incluidos intermediarios, medios de comunicación, la sociedad civil y académicos- reciban apoyo para formular iniciativas participativas y transparentes que favorezcan una mayor comprensión del impacto que tienen la desinformación y la propaganda en la democracia, la libertad de expresión, el periodismo y el espacio cívico, así como respuestas adecuadas a estos fenómenos.
En Ecuador, la más reciente campaña electoral evidenció el poder de las noticias falsas, mediante contenidos inverosímiles que medios de comunicación replicaron. Con fines políticos, en redes sociales se difundieron imágenes y audios trucados, los cuales influyeron en la percepción del público. En el ejercicio de mapeo de estos sitios, se constata que su ‘pico’ de actividad va de octubre de 2016 a mayo de 2017. Por ello, resulta vital la implementación de canales de información para alertar sobre la existencia de ‘fake news’.
Para hacerlo, también es preciso advertir que existen parámetros para analizar si un contenido es o no falso, según esa guía es posible dar esa categoría a una información. Por ejemplo, Facebook trabaja en métodos de detección y verificación de noticias falsas. En ese esfuerzo ha desarrollado ciertas pautas para determinar la veracidad o falsedad de un contenido:
Verificar la fuente: hay que estar atento a historias vinculadas a sitios que terminan en «.ru» o «.co» o dominios similares; en especial si están vinculadas a un sitio de renombre. Esos dominios -así como otros, tipo .market- dan pistas sobre un sitio que puede no ser lo que parece. Otros portales pueden intentar engañar con errores de ortografía, letras que faltan en su nombre o que son reemplazadas por números.
Distinguir sitios web de noticias satíricas: La gente que dirige estos sitios (El Mercio, El Mercioco, El Borrégrafo) sabe decir la suficiente ‘dosis de verdad’ para engañar al lector, al menos por un momento, y hacerlo reír o reírse de él. «Una noticia falsa toca los límites de la realidad, pero no demasiado».
Ofusca: Los sitios satíricos tratan de revelar «nuestras inseguridades y preocupaciones». Ese es el objetivo de una noticia falsa: tomar las inquietudes y opiniones de la gente en un momento coyuntural, y burlarse. Una ‘fake new’ suele ser atractiva cuando ayuda a odiar a quienes se quiere odiar.
Duda: Es preciso confirmar noticias de última hora, o de historias poco creíbles, especialmente si proviene de una fuente desconocida o redes sociales.
Desarrollo de la noticia: El afán de los medios de comunicación por obtener noticias de última hora hace que a veces las primeras historias no sean siempre las más precisas.
Bajo esa lógica hay que diferenciar entre los portales de contenido satírico como El Borrégrafo, que puede ser asumido como cierto por parte de los lectores desprevenidos; y los portales de internet montados para engañar a los incautos con el propósito de difamar a alguien o provocar efectos artificiales en los mercados de valores.
A continuación, se enlistan los sitios mapeados. Este listado -que no es exhaustivo- debido a la naturaleza de las plataformas incluidas, puede variar sustancialmente en el tiempo. De hecho, el objetivo es desarrollar una actualización constante del mismo: