El IPYS de Venezuela diseñó una guía práctica de acciones y recomendaciones preventivas y de atención, para que sean tomadas en cuenta ante las diversas situaciones y ámbitos en los que se ejerce el periodismo en Venezuela, con especial énfasis en las categorías de seguridad física, seguridad digital y jurídica.
Este artículo fue publicado originalmente en ipysvenezuela.org el 1 de noviembre de 2017.
El Instituto Prensa y Sociedad de Venezuela diseñó esta guía práctica de acciones y recomendaciones preventivas y de atención, para que sean tomadas en cuenta ante las diversas situaciones y ámbitos en los que se ejerce el periodismo en Venezuela, con especial énfasis en las categorías de seguridad física, seguridad digital y jurídica.
«No hay una piedra en el mundo que valga lo que una vida», canta el uruguayo Jorge Drexler en su Milonga del moro judío, y quisiera parafrasearla para decir en esta ocasión, que no hay una noticia en el mundo que valga lo que una vida… de un periodista.
Sin embargo, este oficio se ha cobrado muchas vidas. En 2016, según las cifras de organismos de defensa de la libertad de expresión, han muerto 156 periodistas en 33 países a causa de su trabajo: 16 en Irak, 14 en Siria, 13 en Afganistán, 12 en México, 9 en Yemen, 7 en Guatemala. Ellos iban detrás de una noticia, siguiéndole el rastro a la denuncia de una injusticia, dándole un rostro a los sin voz, revelando una verdad oculta, tambaleando a un criminal aliado con el poder. Ellos son, casi siempre, reporteros locales vestidos con una chaleco que dice Prensa, una libreta y un lápiz, una vocación de hierro y muy pocos recursos para su protección.
El rostro más feroz de la violencia contra periodistas, ese que silencia y cercena el derecho a la vida, cohabita sin embargo con otras formas más veladas, pero no menos efectivas, de agresiones y hostigamiento contra quienes están llamados a ser defensores de la libertad de expresión y perros guardianes de la democracia: agresiones físicas, persecución y vigilancia, amenazas, órdenes de censura, barreras burocráticas, usos abusivos de un poder estatal y paraestatal, cyberagresiones, acoso judicial, marcos legales restrictivos.
Todas estas otras formas de violentar la libertad de expresión, la libre prensa y el derecho a la información pública se han enquistado en Venezuela, más profundamente en los últimos 15 años, hasta lograr que hoy, en 2017, estemos clasificados como una país No-Libre y con un ambiente de libertad de expresión severamente comprometido, según el estudio elaborado por Freedom House en 2016. Somos hoy en día una sociedad opaca, desinformada, autocensurada y mediatizada por las versiones oficiales.
Nunca como ahora se hace necesario este instrumento que ofrecemos a los periodistas venezolanos y a quienes cubren nuestra conflictiva realidad social, política y económica. El protocolo que presentamos fue diseñado a partir de la consulta realizada a los periodistas, quienes expresaron sus necesidades y temores para salir a la calle y ejercer el periodismo en Venezuela. A veces esos temores son producto de los riesgos físicos que asumen cuando se acercan a una noticia, pero otras veces, muchas veces, son por las amenazas de juicios, por el hostigamiento a través de redes sociales, por el seguimiento y la vigilancia por parte de las fuerzas de seguridad, el cierre de su emisora de radio por no alienarse con el mensaje gubernamental, o del periódico porque no pudo obtener el papel y la tinta para su impresión.
Por ello quisimos abarcar todos esos ámbitos y entregarles herramientas preventivas para atenuar el miedo, la inseguridad y la incertidumbre que rodea su oficio.
A todos ellos, los que sienten miedo y lo transforman en el acicate para continuar siendo periodistas en Venezuela, está dedicado este Protocolo de Seguridad de Ipys Venezuela.