Los hechos ocurrieron el jueves 8 de septiembre cuando militares y policías reprimieron violentamente una manifestación pacífica de estudiantes universitarios, en la que el hacía labor de defensoría de derechos.
Este artículo fue publicado originalmente en clibrehonduras.com el 14 de septiembre de 2016.
Un defensor de derechos humanos y estudiante del tercer año de la Facultad de Ciencias Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH) denunció que fue víctima de «amenazas y tratos crueles, inhumanos y degradantes por parte de agentes de la policía nacional civil, agentes del escuadrón COBRAS, así como de militares».
«Fui capturado con uso de violencia por parte de agentes de la policía, del escuadrón COBRAS y militares, quienes me tomaron de la espalda, brazos y cabello, mientras era trasladado al extremo donde se encontraban las patrullas policiales, recibía “puñetazos”, “patadas”, e intimidación y amenazas como ser “hoy te vas a morir perro”», dijo el defensor en su testimonio.
Los hechos ocurrieron el jueves 8 de septiembre cuando militares y policías reprimieron violentamente una manifestación pacífica de estudiantes universitarios, en la que Díaz hacía labor de defensoría de derechos.
La víctima es coordinador de una organización conformada por estudiantes universitarios denominada, Juventud por la Defensa de los Derechos Humanos (JDH) que realizan defensoría, investigación y promoción de los derechos humanos. Díaz también ha trabajado con Amnistía Internacional en Honduras.
Unos minutos antes, el estudiante había denunciado ante un representante del Comisionado Nacional de los Derechos Humanos que escuchó las amenazas que, uno de los agentes del escuadrón COBRAS profirió contra los manifestantes que participaba en la represión que «hay que armarla, para ir a palmarlos a todos a las casas».
La violación del derecho a defender los derechos humanos ocurrió a pesar de que Díaz se había identificado plenamente, al grado que el Comisario a cargo del operativo, identificado con el apellido Lara, conoce su labor desde hace algún tiempo, según el afectado.
De acuerdo con el testimonio del defensor, fueron tantas las agresiones que se rehusó a ser subido a una patrulla por el temor a seguir siendo agredido, «incluso desaparecido».
Durante la detención ilegal, el procurador se quejó que fue interrogado con «múltiples preguntas muy personales, como ser mi dirección domiciliaria, nombres de familiares y de compañeros de trabajo de JDH».
Como una forma de tortura sicológica, los militares y policías que lo mantenían detenido le decían, «que los estudiantes manifestantes eran unos vagos, mareros y delincuentes, que no debíamos defenderlos, que el país se encuentra en las condiciones que esta por nuestra labor como defensores de derechos humanos».
Al afectado tampoco le permitieron realizar llamadas telefónicas, hasta que lo dejaron en libertad, sin levantar acta o constancia del procedimiento policial.