Prohibir la música es una forma común de censura política, informa Index on Censorship (Indice de la Censura) En una edicion especial titulada «Smashed Hits: The Book of Banned Music» (Éxitos destrozados: El libro de la música prohibida), que viene con un disco compacto de música prohibida. Los músicos han sido proscritos, arrestados o incluso […]
Prohibir la música es una forma común de censura política, informa Index on Censorship (Indice de la Censura) En una edicion especial titulada «Smashed Hits: The Book of Banned Music» (Éxitos destrozados: El libro de la música prohibida), que viene con un disco compacto de música prohibida. Los músicos han sido proscritos, arrestados o incluso asesinados por escribir y cantar canciones políticas. Pero»Index» señala que las fuerzas del mercado también intervienen, obligando a los músicos a seguir «normas culturales y pol%26#237;ticas».»>http://www.indexoncensorship.org»>Index on Censorship (Indice de la Censura) En una edicion especial titulada «Smashed Hits: The Book of Banned Music» (Éxitos destrozados: El libro de la música prohibida), que viene con un disco compacto de música prohibida. Los músicos han sido proscritos, arrestados o incluso asesinados por escribir y cantar canciones políticas. Pero»Index» señala que las fuerzas del mercado también intervienen, obligando a los músicos a seguir «normas culturales y políticas».
En la presentacion, Julian Petley dice que donde y cuando más ha sufrido la música es en la Union Soviética desde 1932 hasta 1953 y en Alemania bajo el Tercer Reich. Bajo Stalin, la música clásica y los compositores en la Union Soviética fueron los más afectados por el ataque, que prohibía la música moderna o «formal». La campaña contra el «formalismo» se llevo a cabo en todas las artes durante el régimen de Stalin. De la misma manera, dice Petley, «en el Tercer Reich, el enemigo volvio a ser el modernismo, ahora acoplado con el ‘bolcheviquismo musical’ y las influencias judías, reales e imaginarias». En 1930, en el estado alemán de Turingia se aprobo la «Ordenanza contra la cultura negra» en un intento de prohibir el jazz.
En los Estados Unidos, bajo la campaña anticomunista del senador Joseph McCarthy en la década de 1950, el actor y músico Paul Robeson fue censurado más que ningún otro músico estadounidense, informa «Index». Durante la misma era, algunas canciones estadounidenses fueron prohibidas en el Reino Unido por temor de que el rock and roll inspirara a los adolescentes para rebelarse, como lo habían hecho en los Estados Unidos. Más recientemente, también en el Reino Unido, la British Broadcasting Corporation (BBC) se rehuso a transmitir música que contenía referencias a drogas o contenido sexualmente explícito, pautas que también siguen impidiendo la venta de discos en ciertos establecimientos comerciales. Las canciones con contenido político relacionado con el conflicto en Irlanda, las islas Malvinas, o la guerra del golfo han sido prohibidas también han sido prohibidas en la BBC.
Petley narra la historia del cantautor chileno Victor Jara, quien fue un de los sudamericanos que cantaron música popular con significado político (género conocido como «nueva cancion») que emergio en Argentina en 1962. La música de Jara «jugo un papel clave en la campaña que llevo a la eleccion del gobierno de Unidad Popular de Salvador Allende». Después del derrocamiento de Allende, la dictadura de Augusto Pinochet prohibio la «nueva cancion» por ser «subversiva» y convirtio un delito el mencionar el nombre de Jara, que fue asesinado por el régimen.
Petley dice que en países musulmanes como Sudán, Afganistán y Argelia, la música que no complace a los fundamentalistas se prohíbe. En Argelia, escribe Judith Vidal-Hall en un artículo separado, el cantante popular bereber Lounès Matoub, proveniente de Kabylia, fue asesinado en junio de 1998 en un asesinato premeditado en las afueras de Argel. Vidal-Hall escribe: «Matoub había sido una de las grandes voces de los habitantes de Kabylie, radical, franco y frecuentemente polémico. Su última cancion – que muchos piensan le trajo la muerte – fue un doble reto para el régimen. No solo denunciaba la alianza del gobierno con los islamistas, sino que además hacía mofa de una de sus vacas sagradas poniendo palabras incendiarias a la música del himno nacional de Argelia». El asesinato provoco enormes mítines en las calles y «manifestaciones de dolor, furia y frustracion» en los programas de radio con teléfono abierto. Durante la década de 1980, los manifestantes antigubernamentales habían cantado las canciones de Matoub como grito de batalla, lo que naturalmente lo hizo impopular con los gobernantes argelinos. Además, dice Vidal-Hall, «los cantantes habían sido un blanco particular de los fanáticos y los extremistas islámicos puritanos para los cuales la música, la el canto y la danza estaban entre los mayores males».