Los periodistas independientes han seguido ejerciendo su profesion en Birmania, a pesar de trabajar en condiciones que la revista «Irrawaddy» (Vol.8, No.9, septiembre del 2000) denomina «una censura entre la más severas que la prensa del mundo haya visto». En el editorial «Free Burma, Free Media» (Birmania libre, medios libres», el autor revisa el historial […]
Los periodistas independientes han seguido ejerciendo su profesion en Birmania, a pesar de trabajar en condiciones que la revista «Irrawaddy» (Vol.8, No.9, septiembre del 2000) denomina «una censura entre la más severas que la prensa del mundo haya visto». En el editorial «Free Burma, Free Media» (Birmania libre, medios libres», el autor revisa el historial de libertad de prensa de Birmania a lo largo de varias décadas, señalando que «en la década de 1950, Birmania era uno de los países más prometedores del Sureste Asiático en términos de libertad de prensa y profesionalismo periodístico». Sin embargo, desde el primer golpe de estado militar en 1962, la libertad de prensa ha declinado en forma constante y ahora solo existe en realidad para los militares. Los generales son «libres de usar los medios para criticar a la oposicion democrática… para promover sus puntos de vista xenofobicos e implantar en las mentes del pueblo birmano que solo los militares pueden actuar como los salvadores de la nacion», dice el autor.
A pesar de eso, hay un número cada vez más grande de jovenes birmanos que desean aprender acerca del periodismo y los líderes periodísticos del país están «recordándoles [en voz baja] que Birmania no siempre ha sido un lugar hostil para aquellos que investigan la verdad y buscan mantener informado al público». El entusiasmo de los periodistas, sin embargo, se encuentra con estrictas prohibiciones de informar, censura abierta y una «cruda realidad de represion». Sin embargo, el autor señala que los periodistas birmanos deben esforzarse por lograr informes fiables e independientes no solo para enraizar la libertad de prensa en el país, sino también para contribuir al combate general para establecer una «democracia genuina». «Por el bien del país, los generales deben cesar de obstruir los medios», escribe el autor.