Se ha dicho que a los periodistas les atacan narcos y también gobernantes, que así lo permite la impunidad, pero nada termina de explicar más de 20 años de violencia. Artículo 19 México y Centro América estudia "el peor tiempo-espacio": Veracruz 2010-2016.
Este artículo fue publicado originalmente en veracruzdelossilencios.org
¿Por qué matan a periodistas en México?
Se ha dicho que les atacan narcos y también gobernantes, que así lo permite la impunidad, pero nada termina de explicar más de 20 años de violencia. Por eso estudiamos el peor tiempo-espacio: Veracruz 2010-2016. Cuando al menos 17 periodistas fueron asesinados y otros 3 desaparecidos en un solo estado. Encontramos que el miedo persiste, que la información desaparece, que las investigaciones no avanzan, los asesinos están libres y muchos tienen más poder ahora. Encontramos un tercer actor decisivo, las empresas de medios. El sector privado como nocivo ecosistema de concentración, conflicto de interés, desigualdad. Aparecen varias pistas nuevas para responder quiénes, cómo y por qué matan a periodistas.
1. CORREGIR LA PLANA
Es la tarde, la hora de la prisa. Correr para que la nota quede bien redactada, checar si están las fotos. Ajusta de aquí, corta de allá. La cabeza, ¿así o se cambia? No hay periódico tranquilo por la tarde, todo va a contrarreloj.
Las ventanas están abiertas en el Diario Cardel porque hace calor, aquí la temperatura llega hasta los 30 grados aún en invierno. Peor todavía si sopla el norte, un viento soporífero que da dolor de cabeza y persigue invadiendo cada rincón.
–¿Qué sale mañana?–, pregunta un hombre por la ventana.
Pregunta hoy como preguntó ayer y lo hará mañana. Y no será un sólo hombre sino muchos. A veces con armas visibles, la gente del jefe de plaza. Otras veces sin mostrar fierros porque no hace falta, todos saben quiénes son. Al periódico seguido llega la maña a preguntar qué traerá la edición del día siguiente.
No son los únicos, algunas tardes también golpean la puerta los policías. Llegan de diversas corporaciones para checar qué noticia irá de principal, si trae foto y cómo está encarada. Golpean, piden pasar o esperan afuera a que salgan a informarles con bastante detalle. En otras ciudades del estado de Veracruz, en muchas ciudades en realidad, por teléfono se controla a la prensa. Llamadas por la noche para decir esto no se publica, mensajes a celulares de reporteros para dictaminar qué sí será nota.
Es sabido que durante muchos años algunos grandes periódicos de Veracruz han enviado sus primeras planas a revisión de los gobernadores de turno pero aquí, en Cardel año 2012, el límite está fuera de todo lo pensable. Narcos y policías llegan a checar -y a veces editar- la portada.
Es sabido que durante muchos años los grandes periódicos de Veracruz han enviado sus primeras planas a revisión de los gobernadores de turno pero aquí, en Cardel año 2012, el límite está fuera de todo lo pensable. Narcos y policías llegan a checar -y a veces editar- la portada.
José Cardel es una ciudad de 19 mil habitantes y mucho más importancia de lo que ese número pudiera decir. Aquí confluye la carretera federal 180 que cruza el país con la estatal número 40 que une al puerto con la capital política del estado. Además pasa el tren. Y está a sólo 30 kilómetros de la capital económica, Veracruz-Boca del Río.
José Cardel es un punto valiosísimo para el comercio, sea legal o no.
Por eso tal vez ha sido rehén de las disputas entre cárteles. Uno de los primeros lugares a conquistar cuando los Matazetas llegaron al estado de Veracruz con la intención de arrebatarle el dominio territorial a Los Zetas. Donde antes había un carnaval popular y campos verdes de caña de azúcar, la muerte fue tiñéndolo todo. Asesinatos primero, cuerpos tirados después. Decapitados, restos mutilados en bolsas de basura y desaparecidos: los días se pusieron difíciles y las noches imposibles.
–De 2007 en adelante fue un tiempo muy oscuro aquí. Entró la delincuencia organizada, se apoderó de muchos medios y de muchas personas que trabajaban para medios. No era posible ni platicar porque podían ir a decirles a los delincuentes lo que platicabas aún dentro de la casa–, recuerda alguien que vivió en Cardel entonces y decidió huir para sentirse a salvo.